miércoles, 24 de noviembre de 2010

“LA INSTITUCION ESCOLAR ENTRE LA DEMANDA Y EL MANDATO”



 

UNIVERSIDAD NACIONAL DE LOMAS DE ZAMORA


FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES


 
CÁTEDRA:


 DIAGNÓSTICO DE LAS DIFICULTADES DEL APRENDIZAJE


TRABAJO DE INVESTIGACION

“LA INSTITUCION ESCOLAR ENTRE LA DEMANDA Y EL MANDATO”




           
EQUIPO DOCENTE:
PROF. TITULAR:       Prof. Lic. Nélida A. Moschetto

PROF. ASOCIADO:    Prof. Lic. Gustavo E. Arriondo 

J. T. P.                           Prof. Psp. Andrea Aloi                       




Equipo: 1B
Marina Grosso, DNI 27807102
Marcela Heusdens, DNI 24448315



2º Cuatrimestre de  2010
La institución, la escuela.

Una institución es, en la significación más habitual, una norma o una ley, es una formación social con importante peso en la vida de los sujetos. Es una pauta o modelo que regula con fuerza las interacciones y los comportamientos de los sujetos. Por un lado, las instituciones expresan el poder colectivo sobre la conducta individual, por otro, son resultado de transacciones y negociaciones que primero se institucionalizan o se hacen vigentes en la vida cotidiana y después, en las sociedades complejas y letradas, se hacen letra, se hacen ley escrita. También son expresión de valores y significados.

Cornelius Castoriadis (1999) afirma que la institución es “el conjunto de procesos por los cuales una sociedad se organiza”.

En todo proyecto institucional se pone en juego una instancia ideal necesaria para sostener y desplegar los objetivos institucionales que posibilitan el armado de la misma y la concreción de decisiones posibles.

En este contexto se inserta la escuela como institución que recrea y reproduce en los actores sociales, ciertos valores y bienes culturales seleccionados en un proceso de lucha de intereses entre distintos grupos y sectores sociales. Esto otorga a la escuela la función primordial de asegurar el acceso al conocimiento socialmente válido y la promoción de aprendizajes significativos.

El cambio global.

Las instituciones, en tanto que sistemas de reglas y recursos que estructuran las prácticas sociales y educativas, cambian de forma y significado. Los viejos dispositivos que regulaban la relación profesor-alumno, la relación con el conocimiento, garantizaban la autoridad pedagógica y producían un orden institucional, se erosionan cuando no saltan por los aires y dejan de ser eficientes y significativas en la vida de los actores implicados.

La masificación produce una serie de transformaciones en las instituciones escolares. La vieja escuela reservada a las elites hoy debe responder a la demanda de nuevos contingentes de ingresantes. Y la fuerza de la cantidad no puede no acarrear consecuencias de calidad.

Los grandes cambios en los modos de producción y en la estructura social y familiar, las transformaciones en el plano de las instancias de producción y difusión de significados (la cultura) afectan profundamente los procesos de construcción de las subjetividades.

El poder del sistema educativo para formar personas, hoy es más relativo y relacional que nunca. Sus capacidades se miden en el sistema de relaciones que mantiene con la familia y las otras instancias que producen e imponen significaciones, en especial los medios masivos de comunicación y consumo cultural.

Todas estas transformaciones en la demografía, la morfología y la cultura de las nuevas generaciones ponen en crisis la oferta tradicional de educación escolar. Los síntomas más manifiestos y estridentes son la exclusión y el fracaso escolar, el malestar, el conflicto y el desorden, la violencia y las dificultades de la integración en las instituciones, y sobre todo la ausencia de sentido de la experiencia escolar para proporciones significativas de adolescentes y jóvenes.

La escuela tiene como mandato de la ley (la escolarización, al menos en el nivel básico fue siempre un derecho y una obligación) y al mismo tiempo un mandato social (del mercado de trabajo). Hoy la institución ha perdido la capacidad de imponer reglas que determinen la permanencia o el abandono escolar. En principio, todos deben ser contenidos.

La era de la globalización erosiona este entramado societal, modificando sus relaciones, sus funciones y sus posiciones relativas, cambiando el contexto en el que se desenvuelven y el conjunto de demandas a las que se ven sometidas.

La escuela de la modernidad a la posmodernidad.

La escuela conocida hasta ahora respondía al proyecto de la modernidad. La escuela era el templo del saber, y el docente el sacerdote de ese templo. Sus características principales eran la uniformidad, la disciplina y la obediencia, el uso y abuso del pensamiento lógico-racional, la aceptación de certezas y el rechazo al error, la valoración del libro, del docente y la fe ciega en el progreso. Frente a este modelo se alza la Posmodernidad, que pone en tela de juicio todos esos valores y los trastoca por los opuestos: libertad, incertidumbre, creatividad, uso y abuso de la imagen, cambios vertiginosos y el desprecio de toda autoridad. “Los nuevos modos de vida no han llegado al aula y los chicos ven en la calle lo que la escuela no enseña; en ella repiten lo que les mandan pero el conocimiento que verdaderamente les interesa está afuera”[1]. La escuela, frente a problemas posmodernos, da respuestas modernas. Hay una falta de comunicación entre escuela y alumnos, y, en gran medida, se debe a la utilización de códigos distintos. Todavía hay muchos docentes, algunos sin darse cuenta, que priorizan el aprendizaje repetitivo sobre el significativo, que buscan respuestas exactas en vez de promover el pensar y la opinión fundamentada. Qué motivación puede tener un adolescente para ir a la escuela, cuando los contenidos que le enseñan los puede adquirir apretando un botón sentado muy cómodamente frente a su PC.

La revolución tecnológica de los medios de comunicación ha permitido a cada sujeto sentirse ciudadano sin haber dejado su aldea. Los nuevos sistemas de comunicación colocan al sujeto en otra parte y motivan su interés por lo diferente.
En la actualidad la imagen gobierna el ingreso del sujeto al conocimiento e incorpora un máximo de información y operatividad en un mínimo tiempo.

La generación actual que nació en el mundo de la televisión y la informática despliegan nuevas formas de simbolización centradas en la comprensión rápida de temas que la atraen. Para acceder a la transformación ya no es necesario esforzarse para aprender repetitivamente temáticas generales sino adquirir agilidad interpretativa en áreas específicas.

“Se requiere para ello un sujeto ágil, atento y reflexivo capacitado para decodificar rápidamente la variedad de sentidos”[2]

Cambio de demanda.

Hay una creciente demanda de los padres en relación a la función de la Escuela como prestadora de servicios asistenciales consistentes en complementarización alimentaria, prevención de la salud y contención socio - afectiva. Una de las causas es la transferencia de la función de la Escuela, cuyo eje se ha desplazado de lo pedagógico a lo asistencial, debido a la profunda crisis socio-económica por la que atraviesa el país. También se detectan dificultades de los docentes para acceder a instancias de actualización y perfeccionamiento que les permitan afrontar la resignificación continua de sus contenidos epistémicos, debido a la situación socio – económica y la progresiva caída de los salarios.

La vida escolar se encuentra conmovida y desbordada por las acciones y demandas de los sujetos con carencias afectivas, económicas y/o sociales. Hoy la escuela, forzosamente debe cumplir funciones de contención, apoyo, alimento, y hasta a veces, se ve cumpliendo funciones que tradicionalmente correspondían al grupo primario. Todo ello complejiza su función y desempeño en la sociedad, y si bien la escuela está invadida por un orden conflictivo; todavía posee servicios valorados y un reconocimiento en la comunidad, “sigue siendo una institución significativa tanto para el alumno como para sus padres de ser escuchados”[3].

La modernidad significa muchas cosas, y su advenimiento y su avance para evaluarse empleando diferentes parámetros. Sin embargo, un rasgo de a vida moderna y de sus puestas en escena sobresale particularmente como diferencia que hace toda la diferencia como atributo crucial del que derivan todas las demás características. “Ese atributo es el cambio en la relación entre espacio y tiempo”.[4]
Tengamos en cuenta que las diferentes instituciones nacieron para dar respuesta a demandas sociales en determinado momento histórico. Como las sociedades cambian con el tiempo, también van transformándose sus necesidades y la forma de responder a ellas. Además cada institución tiene un mandato social, es decir, recorta alguna o algunas necesidades del terreno social e intenta responder con su modo de ser propio. “En el contrato fundacional se especifica el mandato del que cada institución es portadora“.[5] A través de la historia las sociedades van delimitando nuevos recortes que dan lugar a nuevas instituciones. Pero a su vez, las instituciones ya existentes redefinen su campo de aplicación y la manera de hacerlo.
La escuela ha sido objeto de un conjunto de demandas para que se hiciera cargo de “todas” las problemáticas de la infancia… aparece entonces una paradoja de difícil abordaje: ¿como compatibilizar el trabajo específico de transmisión de complejos patrimonios culturales con la aparición de tareas cada vez más diversas? Y ¿ como puede la escuela , entonces garantizar programas de profundidad cultural y científica que den a todos los niños igualdad, se trata por lo tanto de que la escuela re-centre su función, poniendo coto a un exceso de funciones, que en realidad puede ocultar los nuevos designios de la globalización para la escuela[6].
Los sistemas educativos particularmente han cumplimentando con esa función social asignada por intermedio de un mandato fundacional, que sintetiza las demandas de un determinado contexto y tiempo histórico. Claro está que dicho mandato debe ser resinificado o reeditado con el correr del tiempo, siendo éste el único medio posible de que la escuela no se quede en el tiempo y pueda evolucionar respondiendo a las exacciones sociales.
Ese mandato es asignado por intermedio de diferentes instrumentos legales que concretizan una determinada voluntad política, más específicamente a través de políticas educativas, sólo que esa voluntad política no siempre constituyó la fiel interpretación y traducción de la voluntad popular.
El mandato se expresa a través de fines y objetivos que en el caso de la escuela se definen como la socialización mediante la enseñanza de conocimientos socialmente válidos. Pero al igual que el curriculum, todo mandato presenta caras ocultas, no explicitadas, que impregnan el hacer cotidiano y la distribución de recursos, redefiniendo muchas veces los fines hacia los cuales la actividad escolar se orienta.
Como señala Lidia Fernández, las escuelas argentinas se fundaron respondiendo a un mandato que instaló una contradicción en su génesis, la de la construcción de la nacionalidad y el estado mediante la negación de la cultura nativa y la de aquellos inmigrantes a través de los cuales se intentó resolver la antinomia civilización/barbarie.
La Escuela puede, como primer organizador social, cumplir  una función estructurante, identificante y subjetivante si primero recupera, desde su mandato fundacional, el ejercicio de la función educativa, es decir, de hacerse cargo del proceso de socialización secundario (inclusión en el mundo de la cultura). Si continúa asumiendo el proceso de socialización primario, para el cual no fue hecha, sólo contribuirá a la legitimación del proceso de exclusión cultural y social, de aquellos para los cuales puede ser único referente y posibilidad de transformación y humanización.
Nuevas herramientas.
Para la sociedad post-moderna el criterio de eficacia prevalece por encima de los métodos orientados hacia los intereses de los alumnos: la competitividad del mundo actual basado fundamentalmente en los logros económicos y en la inserción laboral, es la que dictan las prioridades  en los programas escolares y en las expectativas sociales: hay más computación, menos literatura.
La revolución cibernética que se conoció en el país en 1938, llega en forma inmediata a las empresas comerciales, pero se la conoce en el ámbito educativo a partir de los años 80, y el uso generalizado de la computación como instrumento de apertura en la apropiación del conocimiento recién se establece en nuestro país a partir de la ley de educación en el año 1994.
Si la tecnología le ofrece al alumno la posibilidad de obtener gran cantidad y variedad de información en cuestión de minutos y con solo mover el mouse, la escuela debe encargarse de que aprendan a seleccionar, comprender, relacionar y criticar esa información para su buena asimilación. Si el alumno viene de una cultura de la imagen, aprovechemos esos medios para enseñarles, pero no dejemos de mostrarles que existen los libros, que nos permiten utilizar nuestra imaginación, creatividad, y nos ayudan a entrenar el pensamiento. “Vattimo ha destacado que la proliferación de los medios masivos de comunicación… más que llevar a la sociedad a una mejor y mayor información acerca de sí misma (transparencia), produce una multiplicación indomable de mensajes (opacidad)”[7].
La intensidad del desorden social existente conduce a los sujetos al abandono de caminos ideales y a la búsqueda incesante de modalidades cambiantes para sortear dificultades. La puesta a prueba de estrategias personales aparece como una de las pocas oportunidades posibles para responder a la complejidad, por lo cual la originalidad y las elecciones subjetivamente distintivas, son  casi exigencia de supervivencia.
La descomposición de los grandes relatos y la caída de las utopías traen consigo la virtud de recuperar para el sujeto un lugar central para el sujeto un lugar central en el análisis de lo posible. La emergencia de salidas individuales para severos conflictos globales define n nuevo tipo de conocimiento, una nueva cultura otra manera de imaginar, en síntesis otro tipo de de producción de subjetividad.
Hoy la escuela secundaria enseña contenidos del siglo XIX, con profesores del siglo XX, a adolescentes y jóvenes del siglo XXI.

La Escuela y Su Esencia: El Currículo

La escuela, en su esencia interna, se basa y se fundamenta en el currículo para que su accionar como ente social esté de acorde a las exigencias y necesidades que la sociedad le demanda. He aquí la importancia de un currículo bien estructurado y cimentado, en el que convergen y se unifican todos los aspectos de la vida humana que son dignos de ser enseñados.
De ésta manera, para que la escuela pueda hacer frente a los cambios que la sociedad está afrontando actualmente, hace falta tener que reestructurar dicho currículum, todo con el objetivo de implantar una educación adecuada y acorde al mundo en que vivimos en este momento, sin dejar de lado los aspectos futuros que podrá tomar la vida humana; se trata, pues, de buscar una anticipación en el horizonte de la humanidad. No se puede estar haciendo cambios profundos cada año en la escuela, sino que se debe tener una visión a largo plazo, que tome en cuenta la realidad actual y se proyecte en la realidad futura, una tarea para nada fácil.

A Modo de Cierre.

La escuela no puede todo, pero la escuela de hoy, en general, no está a la altura de sus posibilidades y responsabilidades potenciales. Más aún en una sociedad que vive profundos procesos de transformación social y cultural que ponen en crisis todos los ámbitos de vida de los individuos, desde la familia y el barrio, hasta la escuela y el empleo. ¿Quién se hace cargo de las tareas de reproducción biológica y cultural de una población donde la familia es diversa y está dotada de menores recursos y capacidades; el barrio, una realidad cada vez más anónima y anómica; la cultura, al igual que un mercado, ofrece valores, estilos, gustos, sentidos tan diversos como contradictorios; el trabajo ya no integra; los sistemas públicos de prestación social están en crisis y los individuos quedan, cada vez más, librados a su propia iniciativa y recursos para hacer frente a los problemas de subsistencia y a todos los riesgos que comporta la experiencia vital (la salud y la enfermedad, la seguridad, la vejez, los accidentes, el desempleo, las incapacidades)?

La educación argentina afronta hoy su crisis más dura. Los nexos articuladores entre Estado, sociedad y educación se han debilitado. En los últimos años, el retraimiento de aquél, en materia educativa, ha producido la disolución del modelo de Estado docente que había configurado el sistema de instrucción pública argentino. Asimismo, se observa una creciente desvinculación entre la escuela, la familia y la comunidad. Los roles y las funciones de la escuela aparecen desdibujadas a un punto tal que, en algunos contextos, y frente a la grave situación de vulnerabilidad social, muchas escuelas han renunciado a lo pedagógico para dedicarse a tareas de asistencialismo puro.
No es de extrañar, pues, que la mirada de los actores educativos se vuelva hacia un tiempo donde los roles eran claros, los mandatos y valores contemplados y obedecidos, donde la familia colaboraba con la escuela y ésta con el Estado en la instauración del orden público y la legalidad. Desde este lugar la percepción de la crisis puede llegar a resultar calamitosa y desesperanzadora.
Se concluye que no debería perderse de vista que la tarea de la escuela es permitir la apropiación del conocimiento, es un espacio de infancia y, tanto la atención de la demanda como la construcción del rol directivo deberían atender y converger en ese sentido.
Se considera que cualquier propuesta en el orden de las políticas sociales implica la convalidación de derechos que son universales y que requieren, para ser efectivos, de las condiciones materiales que los posibilitan. De otro modo, la escuela, que siempre puede más allá de lo creíble, seguirá convirtiendo la tarea del directivo, del maestro, del padre y de los alumnos, en una vicisitud cada vez mayor.
















FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

Ø  CULLEN, C. (1997). Crítica de las Razones de Educar. Temas de la Filosofía de la Educación. Buenos Aires, Argentina: Paidós.
Ø  GIMENO, Sacristán, J. (1999). Poderes Inestables en Educación. (2da ed.) Madrid, España: Ediciones Morata S.L.
Ø  COREA, Cristina y LEWKOWICZ, Ignacio (2004) Pedagogía del Aburrido: Escuelas destituida, familias perplejas. Paidós. Buenos Aires.
Ø  AZZERBONI, Delia, HARF Ruth. ‘’Conduciendo la escuela’’. Buenos Aires, E. Novedades Educativas, 2003.
Ø  Revista Iberoamericana de Educación (ISSN: 1681-5653) n. º 40/3 – 25 de octubre de 2006.
Ø  ROSBACO, I.” El desnutrido escolar”. Homo Sapiens.2000
Ø  DAVINI, Cristina (1998): El currículum de formación del magisterio. Planes de estudio y programas de enseñanza. Buenos Aires, Miño y Dávila Editores.
Ø  DEWEY, J. (1953): Democracia y educación. Buenos Aires, Losada.
Ø  DURKHEIM, E. (1947): La educación moral. Buenos Aires, Losada.
Ø  KYLPATRICK, W. (1993): "La escuela no enseña valores morales", traducido por Marta Vasallo, en Diario Clarín, 31 de Octubre.
Ø  SCHLEMENSON, S.  “Subjetividad y lenguaje en la clínica psicopedagógica”. Paidós. Bs. As. 2004.
Ø  BAUMAN, S. “Modernidad líquida”. Fondo de Cultura Económica. Bs. As. 1999. Prólogo.



[1] Barone, Cecilia, Los vínculos del adolescente en la era posmoderna, Buenos Aires,  Paulinas, 1997.
[2] Schlemenson, Silvia: subjetividad y lenguaje. Ediciones Paidós. 2004.

[3]  Pogglolini de Cano, Mirta. La escuela en tiempos alterados: propuesta desde la psicopedagogía.  Buenos Aires.   Editorial Lugar. 2005.
[4] Zygmunt, Bauman: Modernidad Liquida
[5] Frigerio, Graciela y Poggi, Margarita. Las instituciones educativas. Cara y ceca. 
[6] Cristina Correa
[7] Carusso, Marcelo y Dussel, Inés.

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