UNIVERSIDAD NACIONAL DE LOMAS DE ZAMORA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALESCátedra: Diagnóstico de las dificultades de aprendizaje. |
INTRODUCCIÓN
La globalización de la economía y las políticas neoliberales en el mundo, con sus consecuencias de empobrecimiento y exclusión, más el aumento de las adicciones como la drogodependencia y el alcoholismo, la delincuencia, etcétera, van dejando generaciones marcadas por la enfermedad, la cárcel, el deterioro personal, familiar y social, sin que se vislumbren soluciones globales desde la política y la economía.
El concepto de resiliencia comprende la capacidad de personas o grupos de afrontar las adversidades de la vida con éxito y salir incluso fortalecido de ellas. Entonces ante tal panorama actual surge la necesidad de usar este concepto en las acciones sociales, educativas y de salud que abarquen a los sujetos individuales de todas las edades, pero también a las familias y a las comunidades asistidas por programas que promuevan y refuercen sus características resilientes.
En el presente trabajo se comprenderá el surgimiento del concepto, se presentará los factores internos y ambientales que lo conforman, y se focalizará en apreciar su dinámica en el ámbito educativo.
Resiliencia: dispositivos.
Resiliencia proviene de “resilio” que quiere decir votar o volver atrás, recuperar la forma original. Este término se utilizó originalmente en la ingeniería mecánica y evolucionó para su aplicación en otras diferentes áreas. Hoy está de moda en las ciencias sociales y también se convirtió en uno de los conceptos que más evolucionó en el área de la salud.
La historia de este concepto comienza con el descubrimiento de E. E. Werner durante un estudio realizado en las Islas del Caribe, donde siguió durante treinta y dos años la vida de una cohorte de 505 niños en condiciones de pobreza extrema. Observó que muchos de ellos, a pesar de las situaciones de riesgo a las que estaban expuestos, lograban sobreponerse a las adversidades y construirse como personas la posibilidad de un futuro.
Muchos creyeron que la explicación de aquel hecho podría estar en algún detalle relativo a las características físicas o intelectuales de los niños, sin embargo Werner señaló que todos habían gozado en su desarrollo del apoyo irrestricto de algún adulto significativo. “El amor recibido estaba en la base de tales desarrollos exitosos”.
Desde entonces los investigadores comenzaron a estudiar las características sanas y protectoras de estos sujetos a los que se consideraba pilares de su desarrollo exitoso, y plantearon la necesidad de promoverlas para poder superar condiciones de riesgo.
Se han abierto dos enfoques opuestos: uno genetista e individualista, defiende la existencia de personas resilientes quienes por eso tienen el “derecho” de “salvarse”, y enfatiza su “adaptación positiva” a la adversidad; el otro enfoque, basado en la imprescindible interacción con los otros para el desarrollo del sujeto, apunta al abordaje del problema desde la temprana edad para lograr un sujeto sano, en una familia recuperada si es posible, en una comunidad interesada y volcada hacia una misma política.
Este concepto propone un desafío a los paradigmas tradicionales en cuanto a la forma de abordar los problemas y sufrimiento humanos. La mirada tradicional ha enfocado el trauma, las carencias, haciendo diagnósticos cada vez más complejos, en búsqueda de causas y consecuencias predecibles, como de metodologías correctivas de la desviación de la “normalidad”, y esta nueva propuesta consiste en enfatizar los recursos de las personas y los grupos para “salir adelante”.
Se ha criticado a este concepto como funcional al mantenimiento de las condiciones que generan la extensión de la pobreza y la exclusión social. También otros enfatizan las determinaciones genéticas para absolver de responsabilidad a las condiciones estructurales de pobreza impuestas por la globalización y el neoliberalismo económico. Por el contrario, ver cuáles carencias son subsanables permite establecer modos de compensarlas.
La resiliencia es un proceso dinámico que tiene como resultado la adaptación positiva en contextos de gran adversidad, y surgiría de la interacción entre factores protectores internos y factores protectores ambientales. Esta se entreteje, porque anuda el proceso íntimo con el proceso social.
Pilares de la resiliencia:
- Introspección : arte de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta
- Independencia: saber fijar límites entre uno mismo y el medio con problemas; capacidad de mantener distancia emocional y física sin caer en el aislamiento.
- Capacidad de Relacionarse: habilidad para establecer lazos e intimidad con otras personas para equilibrar la propia necesidad de afecto con la actitud de brindarse a otros.
- Iniciativa: gusto de exigirse y ponerse a prueba en tareas progresivamente más exigentes.
- Humor: encontrar lo cómico en la propia tragedia.
- Creatividad: capacidad de crear orden, belleza y finalidad a partir del caos y el desorden.
- Moralidad: consecuencia para extender el deseo personal de bienestar a toda la humanidad y capacidad de comprometerse con valores.
- Autoestima consistente: base de los demás pilares y fruto del cuidado afectivo consecuente del niño o adolescente por parte de un adulto significativo.
Estos son factores posibles de desarrollar en las personas. La resiliencia implica responsabilidad social y política, supone un proceso que puede ser promovido con la participación de padres, educadores, investigadores, es decir, con todas las personas que trabajan en el campo del servicio social y de la comunidad, implementando programas de corte político, educativo o psicosociales.
Nombraremos las características importantes de las familias, escuelas, comunidades y grupos de pares que fomentan la resiliencia, para luego ejemplificarlas en el ámbito educativo. Estos serían los factores protectores ambientales: promueve vínculos estrechos; valora y alienta la educación; emplea un estilo de interacción cálido y no crítico; fija y mantiene límites claros; fomenta relaciones de apoyo con muchas otras personas afines; alienta la actitud de compartir responsabilidades, prestar servicios a otros y brindar la ayuda requerida; brinda acceso a recursos para satisfacer necesidades básicas de vivienda, trabajo, salud, atención y recreación; expresa expectativas de éxito elevadas y realistas; promueve el establecimiento y el logro de metas; fomenta el desarrollo de valores prosociales (como el altruismo) y estrategias de convivencia (como la cooperación); proporciona liderazgo, adopción de decisiones y otras oportunidades de participación significativa; y aprecia los talentos específicos de cada individuo.
Dentro de este marco también se toma en cuenta la especificidad de cada cultura. Cada grupo social a la hora de promover factores protectores, desarrollará diferentes estrategias de acuerdo con sus pautas culturales, sus cosmovisiones, con su conjunto de significados.
La cuestión de la educación es importante en cuanto a la posibilidad de fomentar la resiliencia en los chicos, para que puedan enfrentar su crecimiento e inserción social del modo más favorable para ellos mismos y más cercano a su felicidad. Se trata de lograr establecer vínculos sociales positivos, reafirmar los valores y evitar el aislamiento social que conduce a la gestación de la violencia y la discriminación.
Un ambiente de solidaridad en la escuela crea oportunidades para relaciones benéficas entre todos, conlleva un mensaje de comprensión, respeto e interés. La introducción del concepto de resiliencia completa y enriquece cualquier enfoque pedagógico.
Un ambiente de solidaridad en la escuela crea oportunidades para relaciones benéficas entre todos, conlleva un mensaje de comprensión, respeto e interés. La introducción del concepto de resiliencia completa y enriquece cualquier enfoque pedagógico.
El uso espontáneo de la promoción de la resiliencia se puede ilustrar con algunas políticas aplicadas en algunas escuelas. Por ejemplo una directora, que produjo una transformación positiva a una institución, explica el ambiente de disciplina que la caracteriza considerando que si a sus alumnos se les pide menos por ser carenciados se los subestima y es mejor que luchen por tener un desempeño digno. Su política incluye una mezcla equilibrada de exigencia y afecto. La exigencia significa que se confía en la capacidad del niño para aprender y ubica al docente en el lugar de alguien que quiere ayudarlo en la tarea. En términos de resiliencia se promueven el soy (capaz), el tengo (alguien que me ayuda) y el puedo (aprender) del niño. Otra situación creativa en esta escuela es la manera en que se marcan los límites, nunca se hace a solas con un niño sino en el patio delante de todos de modo de evitar determinadas conductas en el grupo y preservar el vínculo positivo con cada uno por separado, para que sepan que tienen personas que los quieren y respetan. También se reclama compromiso a los padres, revitalizando así el vínculo. Finalmente cabe mencionar que para renovar el interés de los docentes en su tarea realizaba talleres y los impulsaba a reunirse informalmente. La sensación es que en el lugar siempre hay un modo de contar con otro para ser ayudados o contenidos.
El marco afectivo, de compromiso y dedicación de los docentes ofreció el estímulo que necesitan los niños para desarrollar sus potencialidades.
Otro ejemplo interesante es el caso de un secundario donde se mantenía la disciplina sin sanciones, los problemas se discutían en comisiones donde sumado a los adultos estaban los alumnos. Los conflictos se solucionaban vía arrepentimiento, disculpas, explicaciones, etc., a partir de reconocer en los alumnos su capacidad para resolverlos con autonomía y responsabilidad. Fundando así una autoestima sólida y vínculos positivos.
Otro modo de construir la resiliencia es la mediación entre pares para solucionar pacíficamente los conflictos. S. Vanistendael rescata este procedimiento aplicado en escuelas de los Estados Unidos y Francia. Los alumnos voluntarios se entrenan en juegos de roles generadores de conflictos, a los cuales deben hallarles con creatividad soluciones no violentas. Luego actúan en la realidad ante enfrentamientos de chicos más jóvenes.
Resultados: se estimula la autoestima de los mediadores y mejora su relación no violenta con el mundo, los que reciben la mediación recomponen sus vínculos y ven el mediador un recurso de auxilio, las conductas componedoras aprendidas las extienden a los vínculos familiares. Además: aumenta su bienestar y control sobre su destino, disminuye su ansiedad, aumenta la solidaridad e incluso mejora su rendimiento escolar.
Por otra parte, tomando al autor Aldo Melillo, es interesante ilustrar cómo contribuyen a la resiliencia algunas actividades socioconstructivas para la iniciación de la lectoescritura:
- Considerar el entorno social de los alumnos y respetar la diversidad: genera reconocimiento de cada niño y nutre su autoestima.
- Generar intercambios y colaboración para construir el conocimiento: el niño siente que tiene personas que lo ayudan y promueven sus relaciones.
- Promover la práctica cotidiana del lenguaje oral y escrito: lo mismo que el ítem anterior.
- Estimular la expresión en otros lenguajes a través de juegos, dramatizaciones, dibujos, etc.: se promueve la iniciativa y creatividad, con un clima lúdico para el aprendizaje.
- Construir, junto con los niños, un ambiente que despierte la necesidad de usar la lectoescritura (agenda, calendario, cartelera): estimula la capacidad de relacionarse para construir solidariamente un ambiente para su aprendizaje.
- Pedirle a la familia que les lean y que les permitan relacionarse con el material escrito: compromete a los padres con el aprendizaje del niño, lo que alimenta su autoestima.
- Respetar el conocimiento previo de los niños y ayudarlos para construir otros nuevos: el niño se siente apreciado y respetado, lo que genera confianza y autoestima.
- Aprovechar las diferencias para que los más aventajados ayuden a sus compañeros: los niños sienten que se espera que aprendan a desenvolverse solos, que puedan buscar la manera de resolver los problemas relacionándose con sus pares solidariamente.
Todos estos ejemplos evidencian procesos que al tomar en cuenta a los alumnos como actores individuales acompañados por los docentes, las familias y la comunidad, generen resiliencia.
Las investigaciones muestran que son las escuelas que establecen altas expectativas para todos sus alumnos y que le dan apoyo para alcanzarlas las que tienen altos índices de éxito en la tarea pedagógica. Además mejoran los índices de comportamiento problemático como abandono escolar, abuso de drogas, embarazo prematuro y delincuencia, en relación con otras escuelas.
Como punto fundamental se instaura un tipo de relación con el alumno estimuladora de su autoestima. También la organización y estructura escolar sustentan esto. El plan de estudio respeta la manera como los alumnos aprenden, contempla un amplio margen de estilos de aprendizaje, se basa en las experiencias e intereses de los alumnos, es participativo y facilitador en tanto impulsa el pensamiento crítico, la resolución de problemas y el diálogo. El trabajo grupal también estimula la resiliencia a través de la heterogeneidad y la inclusión, la cooperación y un sentido de pertenencia. Finalmente la evaluación consideraría las múltiples definiciones de inteligencia, fomentando la autorreflexión.
Este tipo de escuela parte de la base de que la participación, la solidaridad y el respeto son necesidades fundamentales de los seres humanos. El cariño mutuo y las relaciones basadas en el respeto fomentan la motivación hacia el aprendizaje, son determinantes en el hecho de que los padres se involucren en la escuela, que una estrategia resulte positiva y que un joven sienta que Sí tiene un lugar especial en la sociedad.
De esta manera la investigación sobre este valioso concepto cambia el punto de partida del camino, deconstruye el sujeto imaginario que las diferentes teorías de aprendizaje establecen como “modelo” de alumno ideal, permite construir subjetividad desde una posición realista del alumno, brinda una herramienta de análisis que nos introduce en la vincularidad.
Quien se vincula con un joven que vive adversidades, para promover en él toda su potencialidad es llamado “adulto significativo”, y sería deseable que para trabajar con jóvenes en dificultades desarrollará condiciones como: voluntad: su primera pregunta sería conveniente que fuera “ ¿quiero?”; ideología: la pregunta será “¿Estoy de acuerdo con educar a este joven?; y recursos: la pregunta aquí es “¿ como lo haré ?.
No es menos importante la función de la educación de adultos como factor de promoción de su resiliencia. Sobre todo ante los adultos más desfavorecidos en la trama social, que visualizan a la sociedad como lugar cada vez más inhóspito y los lazos de desconfianza predominan, las funciones que cumple la educación son las siguientes: función compensatoria para el que nunca fue a la esuela o no completo sus estudios; función asistencial, de apoyo frente a carencias básicas; función de actualización laboral; función estimuladora de la expresión en sus diferentes formas; función estimuladora de la reflexión y acceso al conocimiento, partiendo del análisis de la realidad del sujeto; función de integración social; y función de estimulación del desarrollo personal, propicia una mayor autonomía, aumenta los intercambios afectivos y sociales, descubre nuevos roles para sí e incrementa su autoestima. Retomar su educación a cualquier altura de su vida va a promover su destreza para superar los avatares negativos de su existencia.
Retomar la educación a cualquier altura de la vida va a promover la destreza para superar los avatares negativos de nuestra existencia.
CONCLUSIÓN
La resiliencia nos invita a que seamos parte en el hecho de que la vida de alguien cambie para bien, logrando desarrollarse, enfrentar y salir fortalecido de situaciones adversas.
Cuando un ser humano se siente valioso e importante porque así lo trataron, no maltrata ni permite que lo maltraten y se desenvuelve de manera independiente y autónoma, valorando a los demás como a sí mismo, lo cual conduce a una solidaridad espontánea.
Los educadores que transmiten algo más que un programa de estudios son, a veces, las únicas personas en la existencia de una víctima que les enseñan a sentirse dignas de elogio y confianza y que alguien las valora. Y esta situación les salva la vida. Se introduce una variante vital que interfiere y disminuye la desvalorización y la culpa típicas que pueblan el mundo interno, que impregnan el sí mismo de quienes son maltratados. Siempre se puede hacer algo, tal vez no se pueda dar una solución definitiva al caso, pero si se intervino, creyó, apoyó, consoló, dio afecto y valoración, entonces se ha dejado sembrada una huella significativa.
Bibliografía
- Devalle de Rendo, Alicia y Vega, Viviana: Una escuela en y para la diversidad. El entramado de la diversidad, Aique, Primera edición ampliada 2006.
- Gamboa de Vitelleschi, Susana: Juego. Resiliencia. Resiliencia. Juego. Juegos Y Dinamicas, Editorial Bonum, 2006.
- Melillo, Aldo y Elbio Néstor Suárez Ojeda (2001): Resiliencia: descubriendo las propias fortalezas, Buenos Aires, Paidós.
- Melillo, Aldo, Elbio Néstor Suárez Ojeda y Daniel Rodriguez (2001): Resiliencia y subjetividad: los ciclos de la vida, Buenos Aires, Paidós.
- Páginas Web: www.monografias.com y www.luriapsicologia.com/Resiliencia.doc.
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