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Trabajo de investigación:
“¡Por qué no le da algo!”
La Medicación en la infancia
Integrantes:
· Caamaño Jesica D.N.I 31.262.392
· Coopracevich Hebe D.N.I 30.951.359
Índice
- Introducción………………………………………………………….. 3
- Historia de la medicación ……………………………………………. 4
- Medicación mas utilizada…………………………………………….. 6
- Psicofármacos en la infancia…¿A favor o en contra?......................... 9
- Tratamiento Interdisciplinario ……………………………………….. 12
- Conclusión ……………………………………………………………. 14
- Bibliografía …………………………………………………………… 15
Tiempos acotados, amplios programas, muchos contenidos curriculares, muchas expectativas…y el miedo de quedar por fuera. Fuera de la escuela, fuera de las amistades, fuera de lo top, lo in, “fuera del sistema”. Combinado con una nueva concepción de infancia, inscripta y marcada por ese sistema del que se teme. Adultos que no logran ser responsables de sus actos y por lo tanto buscan en otros resultados, ayudas, que deben ser mágicas y rápidas y que aseguren, el no quedarse afuera. Es allí en ese punto, donde un frase sintetiza esto, “¡Por qué no le da algo!”
De esta manera son los psicofármacos, los cuales aparecen como protagonistas en este contexto y forman parte de esta oferta lanzada al consumo masivo del mercado infantil, incentivada por el expreso pedido de los padres que, influidos a su vez por los medios que publicitan la «eficacia» de los medicamentos, introducen incautamente a sus hijos en la vías de una adicción, ante la que la misma sociedad se escandaliza.
Historia de la Medicación
A lo largo del tiempo, y observados desde distintas culturas muchos sujetos con disfuncionalidades psíquicas, llamados “anormales”, “diferentes”, “locos”, eran sacrificados, o debían permanecer encerrados apartadas de la sociedad. Las cosmovisiones cambiaron, las teorías cambiaron y así también los avances científicos…¿hoy en día quién define lo “normal” en esta loca sociedad?
En al año 1937 Charles Bradley fue el primero en utilizar la psicofarmacología infanto juvenil, utilizando el sulfato de anfetamina (bezedrina), en niños con trastornos de conducta. Esta experiencia demostró la mejoría en la conducta y atención de estos niños. En ese mismo año, Molitch, Poliacoff y Sulivan realizaron estudios con anfetaminas, obteniendo como resultado, visibles mejoras.
A partir de 1950 se comenzaron a utilizar fármacos antipsicóticos: clorpromazina, antidepresivos, y el carbonato de litio, para proporcionar tratamientos orientados a la “cura”.
Actualmente los medicamentos están acordes a las necesidades de esta época, a la fluidez, la rapidez. Se necesitan respuestas rápidas y efectivas y eso es precisamente lo que generan los medicamentos. La medicina de hoy responde al paradigma de la depresión, para poder sobrevivir a un mundo que es insoportable. Rodeados de injusticias, violencia, maltrato infantil, desocupación, destrucción, entre otras patologías sociales que son frecuentes en tapas de diarios y noticieros televisivos, el hombre del siglo XXI, ya no cree en nada, esta inmerso en una depresión. Ante esto busca una solución inmediata, “ya” a su deseo, para poder volver a encontrar el equilibrio.
Estamos cada vez más encerrados en nuestros hogares por miedo a salir, pero cada vez más comunicados por Internet. A través de Internet, logramos tener acceso a mucha información, pero a veces esta información desinforma. Muchos padres y docentes preocupados por las conductas, y manifestaciones de los niños, que también son niños del siglo XXI, estando atravesados por características de este contexto, ha comenzado a buscar, en esta fuente respuestas a sus interrogantes e inquietudes, convirtiéndolo en un consultorio medico móvil y virtual. Han santificado la palabra de los sitios Web, para respaldar sus pedidos: ¡Por que no le da algo!, y hasta a veces ya tienen el medicamento indicado para sus niños, solo necesitan la receta. En ningún caso la infancia y por ende la consulta son lo que eran.
Retomando lo anterior, podemos afirmar que el lugar que ocupan hoy en día los psicofármacos, ha cambiado. Ya no son tomados como instrumentos que permiten el alivio a una afección, sino que son el camino más rápido para lograr la felicidad o el rendimiento.
Las pastillas han posibilitado que se tenga una vida por fuera de la anormalidad, muy cercana a la cotidianeidad.
En el siglo XXI, la estrella en el mundo de los psicofármacos es el Metilfenidato, o más conocido como Ritalina, el cual ha desplazado el uso de flagelación en los colegios ingleses, siendo esta la solución para ajustar las conductas a los ideales sociales. El Gran ejemplo se da en los Estados Unidos en donde se ha instalado “la hora R”, la cual consiste en el suministro de esta droga, dentro de la misma escuela.
La industria farmacología, logra cumplir con su función, “vender sus productos”, para ello se utilizan todas las técnicas posibles de marketing y así logran instalar de este modo que existe una solución fácil para estos chicos que pasa por una medicación, y trabajan en esta línea, generando congresos, jornadas, para ir induciendo a los médicos a pensar que existen patologías las cuales, se pueden solucionar con una pastilla.
Es por ello que consideramos que intervenir con psicofármacos en la vida de un niño es una cuestión compleja y delicada. Sin embargo los criterios de uso de los psicofármacos en la infancia no siempre se hacen eco de estas complejidades.
A continuaron examinaremos, las tres líneas de medicación existentes en la actividad, aunque cabe aclarar que si bien se pueden administrar de manera individual, existen patologías en donde se deben realizar combinaciones de varios psicofármacos. Para ello, se debe agotar todas las posibilidades la posibilidad de administrar un psicofármaco que mejore ambos cuadros asociados, y luego recién recurrir a la asociación de diferentes psicofármacos.
Psicoestimulantes: son los más experimentados en Psiquiatría Infantil, y se recurre a ellos a causa de las dificultades de aprendizaje.
Su nombre proviene de su principal efecto, incrementa el nivel de actividad o estado de alerta del sistema nervioso central durante el estado de vigilia. Puede sonar paradójico, pero el efecto de esta medicación es sedar a los pacientes y con ello lograr sostener la atención y la concentración.
Se administrar por vía oral y son fácilmente absorbidos. Se pueden observar los efectos post ingestión y estos desaparecen entre las cuatro y cinco horas.
A partir de su utilización en esta patología, se comprobó la mejoría en un 70% u 80% de los casos, en lo que concierne a la concentración, la capacidad de sostener la atención y la disminución de la hiperactividad e impulsividad, generando repercusiones en el rendimiento escolar y así también en la autoestima.
La función principal de los psicoestimulantes, es el control de los síntomas. Este tratamiento con psicoestimulantes, se lo denomina metafóricamente medicina insulinica, ya que compensa una carencia del organismo diferenciándose de la medicina peniclinica la cual se encarga de curar el trastorno sin dejar secuelas.
Este tipo de psicofármaco esta contraindicado en casos de hipersensibilidad a estos, y pueden causar tics, brotes psicoticos si son administrados en grandes dosis. También en casos de esquizofrenia, trastornos generalizado del desarrollo y estructura borderlaine de la personalidad. Además pueden agravar cuadros con marcada ansiedad, tensión y agitación.
- Metilfenidato. (Ritalina): actúa a nivel de los neurotransmisores localizados en el área del lóbulo frontal del cerebro, que es la zona encargada de regular la capacidad de sostener la atención y la impulsividad en la conducta.
- Dextroanfetamina: El mecanismo de acción consiste en aumentar la actividad catecolamínica a nivel del sistema nervioso central, aumentado la disponibilidad de dopamina y norepinefrina a nivel de la hendidura sináptica.
- Pemolina Magnesio (Tamilan): efectos similares al metilfenidato y a las anfetaminas. Aunque los efectos se hacen evidentes en un lapso mas prolongado.
v Antidepresivos triciclitos: se comenzó a utilizar en un amplio espectro de patologías tales como: trastorno por ansiedad generalizada, trastorno por estrés postraumático, trastornos obsesivos compulsivos, y el desorden de pánico, entre otros.
Interviene a nivel del sistema nervioso central aumentando la disponibilidad de neurotransmisores como la norepinefrital, la dopamina y la serotonina por vía de una reducción de la recaptacion sináptica de estas.
Posee un efecto sedante, mejora el humor, disminuye la hiperactividad pero no soluciona la falta de concentración.
Precauciones y efectos adversos: switch maníaco o crisis psicóticas en pacientes susceptibles. Efectos colinérgicos: constipación, visión borrosa, sequedad en la boca, retención urinaria.
- Imipramina: se emplea en tratamientos de la depresión, su mecanismo de acción consiste en la inhibición de la recaptacion de norepinefrina y serotonina, incrementando la concentración de estos neurotransmisores, a nivel de la sinapsis.
Se utiliza en el caso del desorden de pánico y la agorafobia y en el síndrome de ansiedad generalizada. Se usa también en el tratamiento de enuresis.
- Clomipramina: es una droga efectiva en el tratamiento de los trastornos obsesivos compulsivos. Posee un potente efecto inhibitorio de la recaptacion de serotonina y de norepinefrina. Efectos induce efectos indeseables tales como: mareos, náuseas, vómitos, cefaleas, trastornos del sueño, hipertermia e irritabilidad, entre otras. Puede generar la aparición de convulsiones que dependen de las dosis administradas.
- Tranilcipromina: Es un inhibidor de la MAO (monoaminooxidasa) posee similitud química con las anfetaminas y por lo tanto una actividad simpaticomimética.
- Clonidina: se emplea en el tratamiento del síndrome de abstinencia de opiaceos, en enfermedad bipolar y en las conductas agresivas en psicosis o cuadros de agitación. Su efecto es aliviar la ansiedad, hiperexitabilidad en el desorden de pánico, trastornos obsesivos compulsivos, desorden por stres postraumaticos, en las fobias sociales. Se administra también para tratar los desordenes de atención e hiperactividad.
Efectos adversos: hipotensión, fatiga, sedación, constipación, mareos, náuseas, y sequedad en la boca.
Antipsicóticos: conocidos como tranquilizantes mayores o neurolépticos. Se utiliza ene l tratamiento de la psicosis, y en otros cuadros psiquiátricos, como esquizofrenia y autismo.
Los neurolépticos, deben utilizarse luego de haber probado con las dos líneas de medicación mencionadas anteriormente. Sus efectos sedativos, pueden incidir en las capacidades cognitiva y por lo tanto en el aprendizaje. Estos mejoran la hiperactividad, pero no tienen los beneficiosos efectos sobre la atención.
Efectos adversos: síndrome extrapiramidales, disquinesia tardía, y el síndrome neuroléptico maligno. Si bien la disminución en las funciones cognitivas y el exceso de sedación no son graves, pueden acarrear dificultades en las actividades escolares de los pacientes.
- Haloperidol: se emplea en niños que presentan cuadros psicoticos o en cuadros de conducta severos. También se utiliza en casos de ADD y ADHD.
- Clorpromazina: se utiliza en severos trastornos de conducta explosividad y agresividad, que se hacen presentes en el cuadro de ADHD. Los efectos secundarios son la sedación y la fotosensisbilidad de la piel.
- Tioridaxina: se utiliza en cuadros psicoticos, en pacientes con ADHD, que presentan una marcada explosividad, conducta hiperexcitable, con respuestas desproporcionadas al estimulo irritativo y fuerte combatividad y agresividad. No parece producir disminución en las funciones cognitivas.
Psicofármacos en la infancia…¿A favor o en contra?
“Una fila de niños espera recibir su “pastilla”, todos son compañeros del mismo curso. Ellos lo asumen como algo “natural” que forma parte de sus experiencias escolares. “Estáis muy tranquilos hoy”, comenta el profesor. “Es que tomamos la Ritalina”, responden los niños a coro. Se nombran así mismos con un “yo soy ADD”, rasgo con pretensión de identidad que espera capturar algo del “ser” y no así de un “modo de estar” de los niños en la escuela”.[1] (Episodio de la serie animada South Park)
Es con esta cita, que pretendemos, así como nos sucedió a nostras, situadas desde la práctica psicopedagógica, abrir un espacio para problematizar, cuestionar, y focalizar en este tema tan actual, y cercano: “la medicación en la infancia”.
Queremos centrarnos, en la naturalización actual de la medicación, retomando nuestra tesis central: “¡Por que no le da algo!”. Esta cuestión, este pedido, nace desde diferentes instituciones, desde las familias, desde las escuelas, y todos los integrantes de estas, hasta los profesionales, afectados e inmersos en el paradigma de la depresión, quienes sienten que un medicamento, puede colaborar a mejorar el estado del niño, o a aliviar su rol de adulto. Enmarcado en esta situación, a través de la medicación, el adulto delega su responsabilidad, su lugar, para poner en ese lugar pura y exclusivamente al medicamento, “Es más fácil pensar que una pastilla puede solucionar un problema, que pensar que se trata de un proceso”[2]
Este nuevo lugar de los psicofármacos en la sociedad, generó diversas posturas, ya sea a favor o en contra de los mismos.
Desde la primera postura mencionada, podemos citar lo ocasionado en New York en donde se generó una gran polémica en los periódicos de dicha ciudad, acerca del uso de los psicofármacos. Esta polémica se sostuvo por la Iglesia de Scientologia, la cual defendía los derechos humanos y abogaba a favor de la no utilización de psicoestimulantes, ya que afirmaban producir efectos tóxicos y o adictivos. Fue a partir de esta acusación que las autoridades sanitarias de los Estados Unidos comenzaron con la investigación respectiva, la cual finalizó en la negación de tal afirmación. Aunque esta situación no pudo acabar con la convicción de estas personas acerca de las desventajas y los riesgos que acarrea tal medicación.
Otra manifestación en contra de la medicación, es la que brinda el medico psicoanalista Gratch Luis Oscar, quien desde su lugar, toma posición, y plantea lo siguiente:
“(…) los psicofármacos no son la panacea que resuelve mágicamente todos los problemas. Pero es mucho lo que se ha avanzado en su conocimiento y utilización en la tarea clínica. Hacer un uso de estos como único recurso es un reduccionismo inadmisible e implica renunciar a los probados beneficios de los tratamientos multimodales.
Rehusarse a su utilización cuando conocemos las ventajas que proveen ( y contando con la posibilidad de evitar los efectos secundarios indeseables) puede reflejar una obstinación incompatible con una actitud científica.”[3]
La idea central que guía el discurso negativo en torno de la medicación, es la certeza de que lo único que se hace con esta es enmascarar un problema de fondo, acallar, eliminar los síntomas, los cuales solo se expresan metafóricamente hablando, como la punta de un iceberg, pero lo importante de esto, es que solo con la implementación de psicofármacos no se llega a curar los problemas.
Se podría concluir entonces, que lo que se produce con la medicación es un gran silenciamiento, ya que la consulta se agota en la administración de las pastillas, ignorando los síntomas, silenciándolos. Esto trae sus consecuencias, porque la interrupción de la medicación vuelve las cosas a cero.
Siguiendo esta línea de pensamiento, algunos investigadores afirman que produce una disminución o suspensión del ritmo de crecimiento del niño.
Pero el riesgo mas importante que puede producir la medicación, mas allá de la cronificación del remedio como respuesta, consiste en querer lograr la modificación de la conducta del sujeto infantil, la cual según los que están a favor de la psicofarmacología esgrimen como inherente a la medicación, en vez de contribuir al despliegue en una escena articulada que de respuesta al síntoma.
Ahora bien, desde la segunda postura, la cual afirma estar a favor de la medicación en niños, se toma como idea básica y fundamental la efectividad en poco tiempo. El suministro de medicamentos en niños, provoca una mejoría a corto plazo; esta mejoría es tan grande que el paciente no se comporta como “antes de enfermarse” sino que se comporta como nunca antes lo había hecho en su vida. En los niños decrece la impulsividad, disminuye la inquietud y la hiperactividad, también mejora la capacidad de mantener la atención por un período prolongado, aumenta el nivel de tolerancia a la frustración, aumenta su concentración y memoria y se produce una notable mejoría en los rendimientos escolares. Además mejora su autoestima y se produce un efecto de refuerzo positivo en su disposición hacia el estudio u otras actividades intelectuales. También disminuyen la labilidad emocional, y por consiguiente los berrinches, no solo en frecuencia sino en intensidad.
La importante de los psicofármacos no estriba en adaptar, aunque tiendan a hacerlo. Tampoco enseñan nada ni aportan la felicidad que publicitan pero pueden en cambio, apartar lo que sobra y permitir el despliegue de lo atrapado entre las rocas de un pasado hecho estatua. Pueden contribuir así, empleados muy acotada pero criteriosamente, al despliegue de un jugar que no sólo reproduzca o imite, de un jugar que permita al niño inventar al hombre.
Entonces, a partir de lo expuesto desde estas dos miradas, como profesionales advertimos que no podemos hacer en una simple mirada reduccionista del asunto santificando o culpando de todos los males a la medicación. Debemos contemplar, la concepción de niño, tener claro que objetivo se quiere alcanzar y por lo tanto generar una trama de tratamiento que incluya a los psicofármacos en el caso adecuado y requerido, siendo el resultado de un exhaustivo proceso diagnóstico.
Para aspirar a obtener mejorías a largo plazo se requiere la realización de tratamientos psicoterapéuticos simultáneos, solo a través de ellos se pueden efectuar los cambio estructurales de la personalidad capaces de sostenerse en el tiempo.
Muchas veces los fanatismos limitantes, tanto de los psiquiatras excesivamente biologicistas como la cosmovisión psicologista excesiva termina perjudicando a quienes podrían beneficiarse con el aporte de estas dos disciplinas, que dejarían de estar enfrentadas para volverse complementarias.
Tratamiento interdisciplinario
“La especialista en estos casos no buscó ni "culpables", ni "quien es el malo en esta historia", porque "todos somos responsables como sociedad" y porque "hay una construcción colectiva de nuestra sociedad disciplinada".[4]
Este es nuestro objetivo, porque analizar la medicación en la infancia, es solo una parte de un largo proceso que debe ser abordado de manera conjunta en lo que se da a llama un trabajo interdisciplinario, dentro de las nuevas corrientes sistémicas, en las cuales se tienden lazos y se da gran relevancia al papel de la comunicación.
Es por ello que en este sistema encontraremos no solo al gran protagonista que es el niño, sino también la sociedad toda, su familia, que son quienes lo ubican en el lugar de y como niño. En esta trama entran en juego, médicos, psicólogos, psicopedagogos maestros, y toda la comunidad educativa.
Pensemos en la multiplicidad de enfoques que cohabitan en nuestros servicios de psicopatología infanto-juvenil: perspectivas grupales, familiares, vinculares, sistémicas, psicoanalíticas, con la inclusión creciente de psicofármacos.
Es fundamental, por lo tanto que todos estos enfoques sean considerados complementarios, al suministro de psicofármacos. Vale decir que no se trata de una cosa o de la otra, sino de todas.
Desde nuestra mirada psicopedagógica, el trabajo con niños es considerado como espacio entrecruzamientos, de diferentes disciplinas
En esas situaciones, cuando “no hay otro remedio”, las intervenciones psicofarmacológicas combinadas con las inter-versiones psicoanalíticas, fonoudiológicas, psicomotricistas, padres, familiares, amigos, docentes entre otros, pueden abrir caminos al juego acotando vías repetitivamente activadas y abriendo paso a otras que pueden rivalizar con los medicamentos. Pues no son los mismos circuitos los que se activan ritmando placeres que los que funcionan soportando goces.
Tomando en cuenta a la escuela como contexto mas explicito donde conviven las la medicación y el aprendizaje, debemos posicionarnos desde una visón que supere y abra caminos y no se limite a la medicación como gran solución, sino que se busque alternativas por fuera de ella teniendo en cuenta las redes de comunicación que se logran dentro y fuera de la institución.
Hoy en día podemos ver que algunas instituciones recurrieron a diferente fuentes para dar respuesta a esta problemática, por ejemplo incorporando al yoga y a la expresión corporal", enseñando a jugar a ajedrez, dando un tiempo de descarga basado en actividad física libre entre otros.
“Por eso es que decimos que hay formas o alternativas en lugar de la medicación. La medicación es como cortar por el lado más fino".[5]
Evidentemente trabajar interdisciplinariamente es más complejo que dar una pastillita y poner todas las expectativas en que el medicamento lo haga todo. Aquí es donde nos involucramos todos, aquí somos nosotros como profesionales quienes debemos tomar posición, y plantearnos que es lo mejor para todos, pero principalmente para el niño.
Conclusión.
Como hemos mencionado a lo largo de este pequeño trabajo, y ¿Por qué decimos pequeño?, por que realmente se han despertado muchos interrogantes, dudas, que creemos que deben ser abordadas mas profundamente y pueden ser el punto de partida de otros trabajos. Por que quedarnos con esto, llevaría a una mirada reduccionista, que como profesionales del ámbito de la psicopedagogía, no podemos admitir. Este es también el objetivo central, generar en ustedes, lectores activos, creadores, nuevos interrogantes.
Creemos, que ante las demandas ocasionadas en el contexto actual, no se puede santificar, ni desplazar del plano a los medicamentos.
Cuando los psicofármacos son indicados en el caso que corresponde y en las dosis necesarias, no producen efectos contraproducentes, sino al contrario, colaboran a la compleja modificación, para el mejoramiento de aspectos puntuales. Además deben ser el complemento de varias terapias que conformen el gran entramado de un trabajo interdisciplinario.
Es responsabilidad de todos los profesionales insertos en este entramado, poder desnaturalizar el “¡Por qué no le da algo!”.
Bibliografía
· Stiglitz, Gustavo.: “DDA, ADD, ADHD, como ustedes quieran: el mal real y la construcción social”. Ediciones Grama. Bs. As. 2006. Cap. Tallis, Jaime. La medicación desresponzabiliza.
· Gratch, Luis Oscar.: “El trastorno por déficit de atención (ADD-ADHD). Clínica, diagnostico y tratamiento en la infancia, la adolescencia y la adultez.” Ed. Médica Panamericana. Bs.As. 3° reimpresión 2005. Cap. 11, 12, 13 y 17.
Pág. Web
- http://www.imagoagenda.com/articulo.asp?idarticulo=390
Fantasmas y pastillas
Una reflexión psicoanalítica sobre la medicación en la infancia.
- http://www.ambito.com/noticia.asp?id=490571&seccion=Salud&fecha=01/11/2009
Advierten sobre abuso de medicación en niños con problemas de conducta
- http://estimulaciontemprana.fullblog.com.ar/post/carta-a-documentos-tv-por-el-programa-de-los-ni/
Para el equipo de "Documentos TV"
- http://www.help4adhd.org/es/treatment/complementary/WWK6
Tratamientos complementarios y alternativos (WWK6)
- http://www.elpsitio.com.ar/Noticias/NoticiaMuestra.asp?Id=1845
Articulo: Psicoanálisis y el hospital
20 de Octubre de 2007. ¿Qué hay de nuevo, viejo?
[1] Stiglitz, Gustavo.: “DDA, ADD, ADHD, como ustedes quieran: el mal real y la construcción social”. Ediciones Grama. Bs. As. 2006. Cap. Zelmanovich Perla: Variaciones escolares.
[2] Stiglitz, Gustavo.: “DDA, ADD, ADHD, como ustedes quieran: el mal real y la construcción social”. Ediciones Grama. Bs. As. 2006. Cap.Tallis, Jaime. La medicación desresponzabiliza.
[3] Gratch, Luis Oscar.: “El trastorno por déficit de atención (ADD-ADHD). Clínica, diagnostico y tratamiento en la infancia, la adolescencia y la adultez.” Ed. Medica Panamericana. Bs.As. 3° reimpresión 2005. Cap. 12
[4] http://www.elpsitio.com.ar/
Articulo: Psicoanálisis y el hospital
20 de Octubre de 2007. ¿Qué hay de nuevo, viejo?
[5] http://www.elpsitio.com.ar/
Articulo: Psicoanálisis y el hospital
20 de Octubre de 2007. ¿Qué hay de nuevo, viejo?
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